POR UNA ENVIADA ESPECIAL.
Monolítico respaldo en Israel a la ofensiva militar
Los partidos, la población y la prensa la apoyan sin fisuras
Jueves 15 de enero de 2009
Publicada por Isabel Pérez Santana
Editora de Perfil
Santo Domingo-17-1-9-RD.
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JERUSALEN (De una enviada especial).- Mientras la opinión pública internacional condena cada vez con más fuerza la intervención de Israel en la Franja de Gaza, donde centenares de miles de civiles palestinos padecen los horrores de este conflicto, los israelíes están definitivamente a favor de la guerra: según los sondeos, casi el 90% de la población apoya la operación lanzada contra Hamas.
«Las críticas apenas se oyen. Los medios de comunicación son prácticamente unánimes cuando hablan de la guerra», protestaron ocho organizaciones de defensa de los derechos humanos en una carta a los jefes de redacción de diarios israelíes.
Israel, que como toda democracia suele verse con frecuencia fracturado por posiciones antagónicas, desde que comenzó la guerra se ha transformado en un paradigma de unidad. No sólo la clase política ha conseguido hablar con una sola voz, sino que sus habitantes se estiman, se alientan y se apoyan más que nunca.
Una manifestación de protesta contra la guerra frente al Ministerio de Defensa en Tel Aviv el 10 de enero apenas reunió un centenar de personas, mientras que desde que comenzó la ofensiva se registró un solo caso de objeción de conciencia. Esa cifra contrasta con la elevada cantidad de jóvenes que rehusaban ir al combate durante las dos últimas guerras del Líbano, en 1982 y 2006.
Tampoco nadie se indignó demasiado cuando Israel decidió prohibir el ingreso de la prensa internacional en Gaza, mientras que los periódicos están llenos de reportajes sobre los padecimientos de los israelíes residentes en el sur del país, que desde hace ocho años soportan los disparos de cohetes de Hamas.
«Hace ocho años que esto dura. Ya era hora de reaccionar», afirma Sarah, dueña de un comercio de recuerdos en el barrio judío de Jerusalén. Por su parte, Noam, propietario de un bar en el flamante centro comercial Mamila de Jerusalén, señala: «¿Qué país del mundo soportaría con los brazos cruzados ser blanco de cohetes durante ocho años?» Para Aline, una judía francesa que vino a instalarse hace dos años a Israel, «Hamas sólo entiende el lenguaje de la fuerza. Ahora le hemos dado una lección».
Para los israelíes, esta guerra contra Hamas es una cuestión de legítima defensa, de lucha contra el terrorismo, de combate contra el fundamentalismo religioso. Pero, para algunos, de supervivencia.
«Hamas quiere la muerte de todos los judíos. Quiere la desaparición de Israel. Está apoyado por Irán, nuestro peor enemigo, cuyo presidente quiere hacer desaparecer a Israel del mapa», precisa Aaron, un estudiante de Ciencias Políticas.
La opinión pública y la prensa comparten el sentimiento de que Israel «es una víctima rodeada de enemigos», algo que «no ha cambiado desde el Holocausto», explica Yizhar Be´er, director de Keshev, una asociación que supervisa la labor de los medios israelíes.
También es una guerra por la soberanía: «Ningún país en el mundo toleraría una situación en la que su soberanía es debilitada y sus ciudadanos amenazados. Debido a su reducida superficie y a la gran cantidad de sus enemigos, Israel no puede tolerar esta situación», advierte el analista político progresista Ari Shavit.
El actual fervor nacional es tan monolítico que los israelíes parecen incluso insensibles al sufrimiento del 1,5 millón de civiles palestinos, bombardeados, hambreados, sin atención médica y desplazados en Gaza. «En todas las guerras hay daños colaterales. No es verdad que nuestras tropas atacan indiscriminadamente a los civiles. ¿Alguna vez escuchó hablar de un ejército que tira panfletos de advertencia o que llama por teléfono a la gente antes de los bombardeos ? El ejército lo hace», señala Jane Gaon, una maestra de escuela.
La periodista más celebre de la televisión, Yonit Levi, fue víctima de la ira de miles de sus conciudadanos por haberse mostrado demasiado «compasiva» con los palestinos. En pocos días, una campaña en Internet contra la presentadora reunió 34.000 firmas de repudio por haber realizado una entrevista a un palestino de Gaza, cuyo hijo falleció en un ataque israelí, y poner en tela de juicio la fiabilidad de las fuentes militares.
«Es una guerra justa y no me siento culpable cuando civiles que no queremos dañar resultan dañados. Porque estamos convencidos de que Hamas usa a esos civiles como escudos humanos», reconoce Elliot Jager, editor de la página editorial del Jerusalem Post . «Es terriblemente frustrante que el resto del mundo sea incapaz de comprendernos», dice su colega Yoel Esteron, editor del periódico económico Calcalist .
«¿Los israelíes están convencidos de que el mundo entero está equivocado y sólo ellos tienen razón?», escribió esta semana el Jerusalem Post . Que nadie lo dude: la respuesta es sí.